1 día
Moderado
10 Personas
2430 msnm
Apenas llegamos, fuimos a Machu Picchu. Es difícil poner en palabras lo que se siente estar ahí. El guía nos mostró los puntos clave y contó cosas que no sabías ni que existían. Después nos dejaron un rato libres, así que pude sentarme tranquilo, mirar todo y dejar que el lugar me hable un poco. Es de esos días que terminas cansado pero con una sonrisa que no se te borra más.
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Este tour es para quienes tienen solo un día libre y no se quieren ir de Cusco sin conocer Machu Picchu. Está pensado para que no tengas que preocuparte por nada: te pasan a recoger temprano, te llevan directo al tren, y el resto fluye solo.
Se sale bien temprano de Cusco rumbo a Ollantaytambo. Ahí se toma el tren, que va bordeando el río y pasando por pueblos y montañas. Solo ese viaje ya vale la pena.
Cuando llegás a Aguas Calientes, alguien del equipo te espera. No tenés que buscar a nadie ni hacer fila. Te acompañan al bus que sube por la montaña hasta la entrada de Machu Picchu. Arriba, el guía te lleva a recorrer los puntos más importantes. No es un tour de apuro. Te cuentan la historia del lugar, cómo lo construyeron, qué significaba todo para los incas. Caminás tranquilo y con tiempo para mirar, sacar fotos o simplemente parar un rato y quedarte en silencio.
Terminada la visita, bajás otra vez a Aguas Calientes. Podés almorzar en alguno de los restaurantes del lugar, sin apuro. Después se toma el tren de vuelta y te dejan de nuevo en tu hotel en Cusco.
Es un día largo, pero es directo, bien organizado y te vuelves con la experiencia de haber estado en uno de los lugares más impactantes del mundo.
Comenzamos muy temprano con el recojo en tu hotel en Cusco. Salimos en carro rumbo al sur, y en el camino pasamos por el distrito de Checacupe, donde se pueden ver tres puentes históricos: uno inca, uno colonial y otro republicano. Es una parada corta, pero vale la pena por la vista y las fotos.
Después de unas tres horas de viaje, llegamos a Quesiuno, el punto de inicio de la caminata. Ahí se reparten los últimos snacks, se preparan los bastones y el grupo se acomoda antes de comenzar. Desde el principio ya se siente la altura, así que se camina tranquilo, tomando descansos cortos y disfrutando del paisaje.
El sendero nos lleva en subida hasta el Paso Puka (aprox. 4,326 m.s.n.m.), desde donde se tienen vistas amplias del valle, con montañas rojizas y, en algunos tramos, hasta se pueden ver grupos de llamas pastando. Después del paso, bajamos por una pendiente suave hacia Anantapata, donde hacemos una pausa para almorzar. Es un espacio abierto, rodeado de montañas, ideal para comer algo caliente y recuperar energías.
Por la tarde retomamos la caminata, esta vez en dirección al Paso Warmisaya. El ascenso es un poco más exigente, pero el esfuerzo vale la pena: desde arriba, si el clima está despejado, se ve parte del nevado Ausangate y, a lo lejos, la Montaña Arcoíris. Es uno de los puntos panorámicos más lindos del recorrido.
Desde el paso comenzamos el descenso final hacia Surinecocha, una laguna de aguas tranquilas donde armamos el campamento. La vista es increíble, rodeada de montañas y cielo abierto. Al llegar, hay tiempo para descansar, tomar algo caliente y esperar la cena. Cerramos el día con una comida sencilla pero reconfortante, y si el cielo está despejado, con una noche estrellada inolvidable.
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