4 días
Moderado
8 Personas
4215 msnm
No puedo creer lo increíble que fue hacer el Camino Inca en solo 2 días. Caminar por esos senderos ancestrales, rodeado de toda esa naturaleza hermosa, fue algo que me llenó el alma. Visitar las ruinas y finalmente llegar a Machu Picchu justo al amanecer… esa emoción no la voy a olvidar nunca.
Además, todo el viaje fue súper cómodo. Viajamos en tren y en bus, y la comida estaba buenísima, hasta había opciones vegetarianas que me encantaron. Sentí que siempre había alguien pendiente para que todo saliera bien. Y lo mejor de todo: pude visitar Machu Picchu dos veces. Fue una experiencia única, de esas que te marcan para siempre.
Hacer el Camino Inca clásico a Machu Picchu no es simplemente caminar por senderos antiguos. Es vivir cuatro días llenos de historia, paisajes que te dejan sin palabras y momentos que realmente te marcan. Desde el primer paso, sientes que estás recorriendo algo grande. Vas cruzando montañas, selvas altas, ruinas escondidas y caminos de piedra que han estado ahí por siglos.
Este viaje es para quienes quieren algo más que una postal. Cada día se siente diferente: el esfuerzo de la subida, el aire frío de la mañana en las alturas, la emoción de llegar a un sitio arqueológico sin nadie alrededor, y las historias que los guías comparten, no como si fueran de un libro, sino como si las hubieran escuchado de sus abuelos.
Y al final, cuando después de todo llegas a Machu Picchu por la Puerta del Sol, cuando ves la ciudadela desde lo alto, en silencio, entendés por qué este lugar es sagrado. No hay foto ni video que se compare con estar ahí, con sentirlo. Es una recompensa que no se puede explicar del todo con palabras.
Todo está organizado para que tú solo te concentres en caminar, respirar y disfrutar. No es un tour frío, es una experiencia cercana, bien cuidada, hecha con cariño y respeto por la cultura y por los viajeros. Si buscas algo real, algo que te toque de verdad, este camino es para ti.
Salimos temprano desde Cusco hacia Piscacucho, el punto de partida del Camino Inca. Desde ahí, cruzamos el río Urubamba y empezamos la caminata. El camino arranca suave, entre paisajes andinos tranquilos, con el sonido del río al lado y algunas vistas hermosas desde lo alto. Uno de los primeros puntos que vemos es el mirador de Willkarakay, desde donde se pueden ver las ruinas de Llactapata al fondo.
Seguimos avanzando por el valle de Kusichaca hasta llegar a Tarayoc. Ahí hacemos una pausa para almorzar y descansar un poco. Luego, retomamos el camino hacia Wayllabamba, a unos 3,000 metros de altura, donde armamos el campamento y pasamos la noche rodeados de naturaleza.
Este día es el más duro del recorrido. Empezamos a subir muy temprano hacia el paso más alto de todo el Camino Inca: el Abra Warmiwañusca, también llamado "El Paso de la Mujer Muerta". Está a más de 4,200 metros de altura, y sí, se siente. Hay que subir con calma, tomando aire, pero cada paso vale la pena.
Durante la subida el paisaje va cambiando: más frío, más viento, más montaña. A veces, si hay suerte, se puede ver alguna vizcacha o ave andina. Al llegar arriba, las vistas son impresionantes. Luego viene la bajada hacia Pacaymayo, donde pasamos la noche en un campamento más tranquilo.
Este día es especial porque pasamos por varios sitios arqueológicos. Subimos primero hacia Runkuracay, una pequeña estructura circular con una vista increíble. Después seguimos hasta Sayacmarca, una ciudadela construida sobre una pendiente, rodeada de niebla y vegetación. Es uno de los lugares más mágicos del camino.
Después de almorzar, seguimos por un sendero lleno de escaleras, pasamos por un túnel tallado en la roca y cruzamos el paso de Phuyupatamarca. Desde allí, empezamos a bajar por un tramo largo hasta llegar a Wiñay Wayna, el último campamento, muy cerca ya de Machu Picchu.
Este día arranca muy temprano, todavía de noche. Caminamos con linterna hasta Inti Punku, la Puerta del Sol. Y ahí, cuando empieza a amanecer, aparece Machu Picchu frente a nosotros. No hay palabras que le hagan justicia. Solo estar ahí, en silencio, mirando, ya lo dice todo.
Después bajamos a la ciudadela y hacemos el recorrido completo con el guía, aprendiendo más sobre los incas, su arquitectura y su historia. Al terminar, tomamos el bus a Aguas Calientes, y de ahí el tren de vuelta a Ollantaytambo. Finalmente, un transporte nos lleva de regreso a Cusco.
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